Mindy había estado esperando este concierto durante meses. Entonces, cuando el locutor se acercó al altavoz y dijo: "Damas y caballeros, ¡denle la bienvenida a Tammy Sweet!", casi saltó de su piel con alegría.
Cuando Tammy ocupó el centro del escenario bajo la mirada del centro de atención, la gigantesca multitud se volvió loca, pero nadie gritó más fuerte o con más entusiasmo que Mindy.
—¿No es increíble, Danny? —le gritó a su cita.
Danny asintió robóticamente.
—Sí, simplemente genial. Por doscientos dólares por boleto, es mejor que sea ​​increíble. —Mindy se echó a reír, luego volvió su atención al escenario, observando cada movimiento de su cantante favorita, el baile en forma de serpiente que hacía al comienzo de la canción, el movimiento de sus caderas y, por supuesto, esa voz suave y seductora. Tammy era todo lo que Mindy quería ser.
Durante el resto de la noche, todos los demás en la arena desaparecieron en lo que respectaba a Mindy. Incluso su cita, Danny se desvaneció cuando Tammy Sweet pareció apuntar su voz dolorosamente bonita hacia ella y solo a ella. Al final del espectáculo, ella estaba rebotando, gritando por más.
Su cita fue un poco menos entusiasta. En el viaje en coche a casa, puso los ojos en blanco cuando Mindy solo podía hablar de una cosa: Tammy Sweet.
—Lo que más me gusta de su música es que sus canciones tienen que ver con tomar el control de tu vida en lugar de ser una víctima pasiva, ¿sabes a qué me refiero?
—Sí, eso es genial —gruñó Danny—. Mindy, te gustaría—
—Y otra gran cosa acerca de ella es que tiene tanta confianza en su belleza y su fuerza. Te digo que si tuviera una hija, me gustaría que creciera como Tammy Sweet.
Danny sonrió y la miró fijamente. Mindy estaba tan embelesada en su conversación sobre Tammy que ni siquiera se había dado cuenta de que el auto de Danny se había detenido