La relevancia de la economía heterodoxa está más amenazada que nunca. Ya se han disuelto varios programas económicos heterodoxos. Si las instituciones que están inmersas en esta escuela de pensamiento económico permanecen en el mismo camino y no ajustan sus objetivos de economistas productores que aspiran a convertirse en teóricos exitosos a pensadores que se convertirán en pragmáticos consumados y razonando humanos, su papel en esta academia competitiva global se volverá obsoleta. El fin de la economía heterodoxa también podría ser lo mejor para la reactivación del institucionalismo o, mejor aún, la adopción y difusión institucional del etosismo, una corriente moral más lúcida y relevante.