Con un libro de Salmerón, nunca leído, como hilo conductor, los personajes recorren el s. XX, atrapados por el tiempo, que les falta y se les acaba. Es así al querer ellos ser sus dueños; sin cálculos de tiempo, no habría puntualidad, descuido, ni prisa, ni retraso... A quien le falta el tiempo es que no sabe gestionarlo, lo que supone no saber gestionar nada; es un negocio que gotea inexorable; no cabe tenerlo, detenerlo, ganarlo o perderlo. Nadie puede brincar sobre el propio tiempo. El hombre pierde el hoy, enfilando un mañana que no probará hasta convertirlo en hoy... El tiempo ordena la vida en antes y después, en pronto y tarde, en lento y rápido, y deja huella en la piel, en la mente y en el corazón... Se envejece en medio del tiempo que lo zanja todo; queda sólo una llaga.