En vida, procuré hacer compatibles el disfrute de la misma y mis inquietudes y dudas sobre el origen del universo, la trascendencia del ser humano o la posibilidad de un dios creador. Un día, de repente, pasé de vivo a muerto y se disiparon mis temores y mis dudas. Como, sin falsa modestia, era y sigo siendo en la ultra vida, un buen tipo, entendí que debía contar mi experiencia a quienes participaran de esas mismas preocupaciones, para que despejaran, de una vez y para siempre, todas esas incógnitas. Los agnósticos, siempre intolerantes, se sentirán muy ofendidos. Los ateos y, en general, los descreídos, algo molestos. Los creyentes en las diversas religiones y especialmente en las del Libro o hijos de Abraham se mostrarán entusiastas y solidarios con el relato, al ser inherentes a estas doctrinas el espíritu crítico y el sentido del humor en el tratamiento de estos temas. En contrapartida por lo que les desvelo, solo les pido que adopten, de vez en cuando, el lema 'Sonrío, luego existo'.