En el cristianismo, el Cielo es la recompensa prometida de Cristo para los que siguen sus pasos en esta tierra.
Esta promesa plantea la pregunta: ¿Dónde está el cielo? ¿Cómo es? ¿Cómo llegamos a esa tierra prometida?
Para empezar, necesitamos introspección espiritual para seguir el camino que conduce al cielo, porque al final de nuestras vidas nuestras elecciones nos llevarán en última instancia a uno de dos destinos completamente diferentes, el cielo o el infierno, con consecuencias crucialmente diferentes. Y esto es así porque, aunque el cielo y la tierra están conectados, el cielo también tiene un opuesto.
Ya tenemos un buen atisbo del infierno al vivir en este valle de lágrimas gobernado por Satanás donde la gravedad de nuestra naturaleza caída en esta tierra nos ancla a este mundo.
El autor ofrece una breve reflexión que pretende responder a estas preguntas para aquellos que puedan estar interesados en el cielo como el destino final que Jesucristo nos ha preparado para disfrutar con Él de la presencia de Dios.