Cuando nuestro Salvador vino a este mundo para cumplir la voluntad de Su Padre en los cielos y redimir a nuestra raza humana, estuvo inmediatamente en grave peligro debido a los planes de Satanás para destruirlo antes de que pudiera cumplir Su misión de salvación y antes de que Satanás mismo fuera destruido y derrotado para siempre.
A un hombre humilde, silencioso y casi escondido de este mundo, a un pobre carpintero, casto y bienaventurado, le fue encomendada por Dios la tarea de proteger a Jesús y a su madre María de Nazaret del maligno de este mundo, que quería matarlos.
También se le confió la misión de educarlo con la ayuda de su esposa, la llena de gracia María, y formarlo como un hijo de Dios luminoso con la estatura espiritual que necesitaba para ser el futuro salvador de este mundo, y hasta que pudiera alcanzar la madurez que Su Padre que está en los cielos necesitaba de Él para cumplir su misión.
Cabeza de familia de Nazaret, sombra de Dios Padre, que quiso hacer partícipe a José –hijo de David– de su paternidad, este hombre trabajador cumplió su misión en esta tierra, papel que jugó humildemente siempre en el anonimato y sin su servicio amoroso no hubiera sido posible la historia de la salvación.
En esta breve semblanza sobre San José, esposo de María y padre legal y custodio de Jesús de Nazaret, el autor nos advierte sobre los peligros presentes que actualmente amenazan a todas las familias como células básicas de nuestra sociedad y describe como San José y su ejemplo de vida familiar puede tener relevancia en nuestro tiempo si lo aplicamos para proteger a nuestras familias y enfrentar los desafíos que hoy enfrenta el Cristianismo.